Al inicio de mi visita a Khemarat, mis amigos de la fundación Salud y compartir me llevaron a un hospital del distrito para asistir a un “grupo de apoyo para la salud propia” de Personas que Viven con VIH-SIDA (PLWHA, siglas en inglés). El grupo, actualmente con unos 60 participantes, fue fundado por HSF algunos años atrás, pero ahora es organizado y administrado completamente por sus miembros. Los miembros son en su mayoría jóvenes adultos, aunque también hay personas mayores y niños. El más joven es un niño de nueve años que contrajo el VIH de su madre al nacer.

Uno de los objetivos principales de este grupo es ayudar a los miembros a tener una imagen positiva de sí mismos y explorar formas de mejorar la calidad de vida de los demás. Este es un gran desafío en una sociedad donde las personas con VIH a menudo son temidas y rechazadas. Lo que me sorprendió fue que, a pesar de los enormes obstáculos a los que se enfrentan, prácticamente todos los del grupo parecían positivos y relativamente felices. Al menos entre ellos, habían logrado un sentido de pertenencia y descubrieron la alegría de acercarse y ayudarse unos a otros. Las personas mayores y más conocedoras se preocupaban especialmente por acompañar a los miembros más jóvenes y menos adaptados.

Otra cosa que me sorprendió es que los líderes clave y los facilitadores de este grupo VIH-positivo son personas que son abiertamente transgénero. (En Tailandia, el término transgénero es utilizado por personas que eligen mantener sus genitales originales, pero se visten y se arreglan como el sexo opuesto. El término transexual se usa para aquellos que cambian quirúrgicamente sus genitales).

La principal facilitadora del grupo de la salud propia de VIH es una persona transexual carismática y altamente calificada apodada Cherry. Vestida modestamente como mujer, no solo es bella, sino radiante. Su novio, que también estuvo en la reunión, ayudó con entusiasmo de varias maneras. Me pareció alentador que todo el grupo no solamente aceptó por completo a Cherry y su novio y los otros líderes transgénero, sino que los admiraban por sus habilidades y su compasión.

¡Qué reconfortante! Aquí había dos grupos distintos de personas altamente vulnerables y socialmente marginadas, personas que viven con VIH-SIDA y personas pertenecientes a una minoría de género, que han logrado ver más allá de los prejuicios de la sociedad y llegar amorosamente unos a otros. Este grupo de personas marginadas es un ejemplo del que todos podemos aprender. Supongo que no hay nada como ser injustamente tratado y rechazado para abrir el corazón a las pruebas y el sufrimiento de los demás.

Aunque Cherry es VIH-positiva, parece tener una salud notablemente buena: física, mental y socialmente. Con tratamiento retroviral diario y exámenes regulares, vive una vida activa y satisfactoria. Su novio sigue siendo VIH-negativo. Cherry es completamente honesta y abierta sobre ser transgénero y VIH-positivo. Ella es un modelo inspirador para cualquier persona que parezca tenerlo todo en contra.

Si bien Cherry es completamente abierta sobre ser VIH-positivo, la mayoría de los miembros del grupo no lo son. En algunos casos, incluso sus familiares y amigos desconocen su estado. Tienen miedo de perder sus trabajos y sus amigos. Así que para que sus miembros se sientan seguros y compartan abiertamente en la reunión, el grupo tiene un acuerdo de que lo que se dice y comparte en sus reuniones no se divulgará a nadie después de que se vayan. Del mismo modo, las fotografías son estrictamente supervisadas y restringidas. Algunos miembros, como Cherry, están dispuestos a mostrar sus fotos en público, especialmente con fines educativos. Otros no. Todas las fotos de personas con VIH-SIDA que aparecen en este boletín tuvieron que ser aprobadas por las personas fotografiadas antes de que pudiera usarlas. Lo mismo ocurrió con sus nombres.

Debido a que los MSM (hombres que tienen sexo con hombres), sobre todo los que son personas transgénero, son las personas con las tasas más altas de transmisión de VIH-SIDA y a la vez los más olvidados, la fundación Salud y Compartir hace un esfuerzo especial para acercarse a ellos. Me impresionó ver personas transgénero presentes en las reuniones de HSF de promotores de la salud y de auxiliares comunitarios, a menudo en puestos de liderazgo. Viniendo, como lo hago, de una nación (Estados Unidos) donde las relaciones LGBT han sido despenalizadas recientemente y donde la homofobia todavía está muy extendida, encontré esta inclusión muy alentadora.

Tailandia tiene una larga historia de aceptación de la apertura y la diversidad eróticas. Sin embargo, la influencia occidental, con sus tabúes perniciosos y sus fobias sexuales histéricas, se ha transmitido agresivamente a nivel mundial. Incluso Tailandia, que se enorgullece de no haber sido nunca colonizada, ha absorbido en los últimos años algunas costumbres y valores occidentales generalizados.

Además de la difusión de las costumbres y tabúes occidentales en la cultura tailandesa, el hecho de que los MSM tengan la mayor prevalencia de SIDA en Asia ha acelerado aún más la propagación de la homofobia y la transfobia. El ostracismo resultante hace que sea más difícil para personas tan señaladas obtener una educación y un trabajo. Esto empuja a aún más HSH al sexo comercial y aumenta la propagación del VIH-SIDA.

Visitas a casas

Durante mi estadía en Tailandia, la fundación Salud y Compartir me llevó a visitar varias casas de personas que son especialmente vulnerables, a menudo por una combinación de aflicciones. Aquí explico algunos ejemplos:

Mai: una niña huérfana discapacitada que es VIH-positiva

Junto con un grupo de voluntarios de trabajadores en salud comunitaria, atención domiciliaria y personas de contacto del hospital del distrito local, el personal de HSF me llevó a un pueblo de las afueras de Khemarat, donde visitamos la casa de Mai. Mai es una chica adolescente que contrajo el VIH-SIDA de su madre al nacer. Sus dos padres murieron a causa de una complicación del SIDA cuando Mai era muy pequeña y fue criada por sus abuelos, que son ya ancianos y débiles. El hermano mayor de Mai tuvo que abandonar la escuela para mantener a la familia. Mai ha sido tratada con medicamentos antirretrovirales desde la infancia, y ha tenido que someterse a pruebas regularmente. No tiene ningún signo de infecciones relacionadas con el SIDA. Se la ve brillante y básicamente sana.

Desafortunadamente, cuando era una niña pequeña, Mai se cayó de un carro y se golpeó la cabeza, causándole una lesión cerebral. Esto la dejó hemipléjica, con parálisis espástica en el brazo y la pierna derecha. Con el tiempo aprendió a caminar con una muleta, pero con mucha dificultad. Además de su discapacidad, su pie derecho, que se cayó hacia un lado, desarrolló una deformidad que le durará siempre. Esto hace que caminar sea mucho más difícil y más doloroso. Hace un año, el personal de HSF, que visitó Mai durante años, lo preparó todo para que pudiera someterse a una cirugía correctiva en el pie. Pero la niña estaba nerviosa al respecto y su abuela se negó a permitirlo.

Durante nuestra visita, la abuela de Mai permaneció firmemente opuesta a la cirugía correctiva para Mai. Y la propia Mai no estaba segura. Para ayudarlas a reconsiderarlo, les conté sobre mi propia historia como niño discapacitado, con deformidades en los pies similares a las de Mai. Me quité las botas y los aparatos ortopédicos, les mostré mis pies escuálidos y demacrados, y les expliqué que yo también había sido reacio a someterme a una cirugía. Pero después de que finalmente me operaron, pude caminar mucho mejor.

Mai y su abuela escucharon mi historia atentamente, y maravillas de maravillas, al final de nuestra visita, ambas estuvieron de acuerdo. La abuela de Mai le pidió al personal de HSF que organizara la cirugía. Gracias al sistema de cobertura sanitària universal de Tailandia, debería ser prácticamente gratis. Espero saber pronto los resultados de su intervención.

Mai tiene toda su vida por delante, con grandes desafíos. A su favor están su inteligencia y su coraje. Tiene muchas ganas de aprender habilidades útiles, ganarse la vida y hacer algo con su vida. Pero aún le queda mucho por hacer para ponerse al día. Durante su infancia, dejó de ir a la escuela después de su accidente: la escuela del pueblo está lejos de su casa, no había transporte público y el terreno tampoco era adecuado para una silla de ruedas, que en cualquier caso ella no tenía. Y sus abuelos, con otras preocupaciones propias, no insistieron.

Ahora, a los 19 años, Mai es demasiado mayor para asistir a la escuela del pueblo. Sin embargo, existen otras oportunidades, al menos en teoria. En la vecina ciudad de Ubon-Rachathani hay un centro de capacitación en habilidades para jóvenes discapacitados administrado por el gobierno. Tiene instalaciones para vivir y es completamente gratis. Cuando Mai se enteró, estaba ansiosa por asistir, y la HSF la llevó allí para inscribirse. Pero cuando el director del Centro se enteró de que Mai era VIH-positiva, se negó rotundamente a admitirla. Insistieron en que pondría en riesgo a los otros estudiantes.

Esta afirmación es descaradamente falsa. Mai no es contagiosa. No tiene síntomas de enfermedad relacionada con el SIDA, y su carga viral es consistentemente insignificante. Ella no es un peligro para nadie. Por ley en Tailandia, todas las escuelas, programas de capacitación e instalaciones públicas deben brindar a las PLWHA (personas que viven con VIH-SIDA) las mismas oportunidades y derechos que todos los demás. Pero el director del centro de capacitación fue inflexible rechazando a Mai.

Una semana después de nuestra visita a la casa de Mai, cuando estábamos en la ciudad de Ubon-Rachathani, visitamos el centro de capacitación en habilidades para jóvenes discapacitados mencionado anteriormente, y nos reunimos con el director y los maestros. Cuando preguntamos si el centro admitía a jóvenes discapacitados con VIH y bajo tratamiento supervisado, uno de los maestros nos aseguró que sí, que el centro estaba obligado a aceptar a PLWHA por ley. Pero cuando el personal de HSF señaló que a Mai se le había negado la admisión en el centro, el director dio marcha atrás y dió todo tipo de excusas. No había forma de que admitieran a Mai, ignorando las leyes. El problema es que no hay ningún castigo si no se cumple la ley. Si el centro rechaza a alguien como Mai, no hay recurso legal.

Sugerí que, como mínimo, se exigiera a las escuelas y a los centros de formación que exhibieran de forma destacada un póster en el que se declararan los derechos de admisión y la igualdad de trato para las personas que viven con el VIH-SIDA. HSF trabajará para establecer este requisito. Y hablé sobre esto días después en la charla que di en la Conferencia Internacional sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el 25 de mayo.

El abuelo de Mai: diálisis autoadministrada para la insuficiencia renal

El abuelo de Mai no se unió al resto de su familia durante nuestra visita domiciliaria, sino que se quedó en una habitación pequeña que ha sido especialmente limpiada y equipada para su diálisis. Tiene insuficiencia renal, que es una complicación frecuente de la enfermedad cardíaca y la diabetes.

En Tailandia, como en México y en muchos otros países de ingresos bajos y medios, en las últimas décadas el patrón de las enfermedades más graves ha ido cambiando. En la actualidad, las principales causas de muerte provienen de enfermedades crónicas no infecciosas, como el cáncer, presión arterial alta, enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular, diabetes, insuficiencia renal y gota. Estos males son consecuencia, en gran parte, de los cambios en los hábitos alimenticios: el consumo excesivo de alimentos “modernos” menos saludables, las bebidas azucaradas y el tabaco. El aumento de estas enfermedades degenerativa y crónicas es uno de los muchos inconvenientes del “desarrollo” impuesto por Occidente en la economía globalizada de libre mercado.

Para lidiar con esta pandemia de enfermedades crónicas no infecciosas, especialmente en la creciente población de adultos mayores, el Ministerio de Salud de Tailandia está adoptando una serie de medidas innovadoras y que ahorrarán costes, como el acercamiento de los hospitales a las comunidades y hogares. Este acercamiento está facilitado por una red de personal médico, que incluye muchos paramédicos y voluntarios.

Para cubrir la creciente necesidad de diálisis, que es muy costosa si se tiene que hacer en el hospital, la mayoría de las personas con insuficiencia renal ahora reciben diálisis peritoneal (cavidad estomacal) en casa, donde se enseña a un miembro de la familia a administrarla. Esto no solo reduce el costo del personal médico, sino que ahorra a la familia el gasto del transporte frecuente hacia y desde la clínica. Aunque la diálisis peritoneal es menos eficiente que la hemodiálisis (directa a la corriente sanguínea) y requiere aplicaciones más frecuentes, es mucho menos costosa. En el presupuesto limitado de Tailandia, ha permitido una cobertura más completa para toda la cantidad de gente que lo necesita.

Arm: el niño que perdió una pierna a causa del cáncer

En una de nuestras visitas domiciliarias vimos a un niño de 11 años llamado Arm, cuya pierna había sido amputada debido a un cáncer. Arm vive con su madre y sus hermanos en una casa con techo de paja y sin agua corriente. La familia de Arm es muy pobre. Su padre está muerto. Y su padrastro, a quien la familia rara vez ve, pasa largos períodos de tiempo en Bangkok, trabajando como jornalero. De vez en cuando envía o trae una pequeña cantidad de dinero a la familia. Millones de familias se dividen así, debido a la escasez de empleos y los bajos salarios en el campo.

Cuando a Arm le diagnosticaron cáncer hace dos años, le dijeron que su única posibilidad de supervivencia era la amputarle la pierna por encima de la rodilla. Al principio, tanto él como su madre no estaban dispuestos, pero cuando su estado empeoró, el personal de la Fundación Salud y Compartir les convenció de aceptar la cirugía y le prometió una extremidad artificial. Después de una amputación exitosa, la HSF se las arregló para conseguir una prótesis moderna y cara para Arm, sin costo alguno, en un establecimiento de una ciudad lejana.

Un año después, cuando llegamos a casa de Arm, lo vimos usando correctamente su prótesis. Nos mostró cómo caminaba con la prótesis y sin muletas, bastante bien. Pero su madre se quejó de que casi nunca usaba la prótesis, a pesar de que ella le advertía. El chico finalmente admitió que prefería caminar sin la prótesis y usando solamente una muleta. Le pedimos que nos demostrara cómo lo hacía. Y realmente, sin la prótesis iba mucho más ágil y cómodo.

Pronto descubrimos por qué, ¡La prótesis pesaba mucho! Me fijé que, aunque era del tamaño de un niño (y de hecho ya se había quedado pequeña al lado de la otra pierna que estaba creciendo), se había fabricado con una articulación de rodilla adulta fuerte y otro material pesado. Y el encaje de resina era tan grueso y pesado como el que necesita un adulto.

Entonces todos comprendieron el problema que tenía Arm. Una opción hubiera sido fabricarle otra prótesis más ligera, pero sería solamente algo temporal. Durante su periodo de crecimiento (Arm estaba a punto de dar el “estirón” de la adolescencia) se tendría que ajustar y reponer piezas constantemente. Teniendo en cuenta las circunstancias, tenía sentido escuchar al niño y sus sugerencias… Con razón, el eslogan del Movimiento de Vida Independiente es: ¡Nada sobre nosotros sin nosotros!

La iniciativa ‘BUDDY HOME CARE’: una innovación beneficiosa para todos

La iniciativa Buddy Home Care (cuidado en casa por un compañero), iniciada de forma experimental por la fundación “Salud y Compartir” en 2016, es una de las iniciativas de salud comunitaria más emocionantes e innovadoras que he visto en años. Sin embargo, cuando lo piensas, es una forma obvia de beneficiar a dos grupos muy vulnerables: 1) niños en circunstancias muy difíciles, y 2) ancianos con enfermedades crónicas que a menudo se quedan solos.

Para estas personas mayores con necesidades especiales, el Ministerio de Salud tiene un programa de voluntarios de salud comunitaria y cuidadores de atención domiciliaria, que visitan a personas mayores enfermas regularmente para ayudarlos con sus necesidades básicas. En la práctica, sin embargo, el plan no siempre funciona como estaba previsto. Idealmente, debería haber un voluntario de salud local por cada diez hogares y un cuidador por cada seis o más voluntarios. Pero aun cuando se cumplen estos números, los cuidadores no tienen mucho tiempo para estar con cada persona que lo necesita. Son muchas las personas mayores que viven solas, sin nadie que las haga compañía o las pueda cuidar por un rato largo.

Asimismo, hay muchos niños en Tailandia en situaciones de alta vulnerabilidad. Esto incluye huérfanos a causa del SIDA, niños cuyos padres tienen VIH-SIDA o enfermedades crónicas, hijos de familias desestructuradas o cuyas madres son trabajadoras sexuales, niños con discapacidades, niños cuyos familiares usan o venden drogas, niños en riesgo de involucrarse con drogas ellos mismos y los hijos de los trabajadores migrantes. A menudo, estos niños tienen múltiples desventajas, mala nutrición o poco cuidado y están bastante solos.

Tanto para los ancianos como para los niños, estos problemas se complican por el hecho de que sus familias a menudo están separadas porque el padre (o a veces la madre y los hijos mayores) dejan el hogar por períodos prolongados para encontrar trabajo en Bangkok, ganar un sueldo y enviar dinero a casa. Pero, lamentablemente, cuando están lejos de casa, a menudo terminan teniendo relaciones sexuales con otras mujeres u hombres, y contraen el VIH-SIDA u otras ETS, enfermedades que luego llevan para sus aldeas.

Por todas estas razones, las personas mayores con enfermedades crónicas a menudo pasan mucho tiempo solos en casa, con la esperanza de que alguien vaya y los ayude, o al menos les brinde un poco de compañía.

El primer paso para implementar el programa Buddy Home Care es que los miembros de la comunidad interesados ​​ayuden al voluntario o cuidador de su barrio a identificar a niños entre 10 y 16 años especialmente vulnerables. Luego, el voluntario o cuidador invita al niño a convertirse en un compañero o “amigo”, visitando, haciendo amistad y ayudando a una persona mayor vulnerable de forma regular.

Este enfoque de “amigos” tiene el potencial de sacar lo mejor de todos y de llenar un vacío en las vidas problemáticas de jóvenes y mayores. Los niños pueden ayudar de muchas maneras muy sencillas, como hacer recados, ajustar cojines o masajear músculos dolorosos. Algunos aprenden a tomar la presión arterial y ayudan a mantener registros. Pero tal vez su papel más importante es simplemente estar allí, ser joven y ser amable. Cuando funciona bien, puede ser un verdadero impulso en la autoestima de los niños.

Cuando llegué a las visitas domiciliarias a personas mayores con enfermedades crónicas, a menudo parecían abatidas y sin mucha vida. Pero en el momento en que veían venir a su joven “amigo”, sus caras se iluminaban. Y cuando el niño iba a darles un fuerte abrazo, ellos tendían los brazos para abrazar al niño con una energía y una alegría que nadie hubiera creído que tenían.

Sesiones de capacitación para las visitas de Buddy Home Care

Como parte del procedimiento Buddy Home Care, el personal de la fundación “Salud y Compartir” realiza periódicamente sesiones interactivas con los trabajadores de la salud y los niños. En la sesión en la que participé, había alrededor de 20 niños y 20 voluntarios de salud y cuidadores a domicilio.

Acompañando algunas de las visitas de Buddy Home Care

Tuve la oportunidad de acompañar algunas de las visitas de atención domiciliaria. Aquí explico algunos ejemplos:

Hogar de una pareja de ancianos, ambos incapacitados por derrame cerebral

La primera pareja de ancianos que visité estaba discapacitada por accidente cerebrovascular, y vivían solos en una casa con zancos. Sus hijos ya eran mayores y habían emigrado a Bangkok para encontrar trabajo, y cuando era posible enviaban dinero a casa. Ocasionalmente, los trabajadores

de salud locales visitan a la frágil pareja, pero la mayoría de las veces tienen que valerse por sí mismos. La anciana está severamente paralizada y le resulta difícil comunicarse. No puede levantarse de la cama y es totalmente dependiente de su esposo discapacitado.

Su esposo, a su vez, está parcialmente paralizado y usa una silla de ruedas. Teniendo en cuenta su situación, lo hace increíblemente bien. Su mayor dificultad es salir de la casa para ir a comprar. Como su casa está levantada con postes, baja su silla de ruedas por la ventana y luego se desliza sentado por las empinadas escaleras de la entrada de su casa. El camino hasta la calle está muy mal para ir en la silla de ruedas, así que la usa como andador como puede. A veces los vecinos salen a ayudar.

Visita de la ‘amiga’ a una mujer con diabetes e insuficiencia renal

La anciana de mi siguiente visita era diabética y tenía insuficiencia renal. Estaba confinada (innecesariamente) en la cama. Cuando llegamos, la anciana estaba muy triste, pero comenzó a animarse, sobre todo con el toque cálido y amistoso de su amiga, una niña del barrio.

Estaba claro que la anciana estaba frustrada de estar en la cama sin hacer nada. Insistía en que estaba demasiado débil para levantarse o tratar de hacer algo por sí misma. Sin dudas, estaba muy frágil. Pero parecía que su debilidad general era debida en parte a la inactividad. Su gran familia la apoyaba pero tendían a sobreprotegerla. Después de convencer a la señora para que se sentara en la cama, le preguntamos si le gustaría intentar pararse. Ella dijo que no podía, y al principio no quería ni intentarlo. Pero cuando su joven “amiga”, de quien se había encariñado mucho, le suplicó que lo intentara, la anciana consintió.

Cuando llegó el momento de irnos, la anciana y su familia tenían una visión totalmente diferente de lo que era posible. Hablaron sobre las muchas cosas que la señoría podría ayudar con las actividades domésticas. Su amiga la ayudó a descubrir cómo hacerlo.

Un hombre discapacitado por accidente cerebrovascular y con úlceras crónicas en la piel

Entre las familias más pobres que visitamos estaba una pareja de ancianos que vivía sola y básicamente no tenía ingresos. El hombre, que había sufrido un ictus nueve años antes, estaba demacrado y tenía una enfermedad dermatológica grave, con muchas llagas abiertas. Los hijos de la pareja se habían ido a buscar trabajo en Bangkok, pero les costaba mucho llegar a fin de mes y rara vez podían enviarles algo a sus padres. La asistencia del gobierno era escasa y resultaba difícil de conseguir.

El anciano dependía por completo de su esposa. Con ayuda, podía ponerse de pie. Si se sostenía en algo, podía moverse de una manera parecida a la gente con Parkinson, pero su equilibrio no era muy bueno. Llegar al retrete (fuera de la casa) con la ayuda de su esposa era un proceso lento y agotador para ambos, y muchas veces no llegaban a tiempo. Uno de los hijos, carpintero, en una de sus escasas visitas a casa, había fabricado una barandilla improvisada a lo largo de la pared exterior de la casa hacia la letrina, pero el anciano no podía llegar sin asistencia y sin peligro de caerse. Sugerimos que su hijo, en su próxima visita a casa, hiciera un mueble sencillo, solo una caja con un agujero redondo, sobre un cubo, para que, en lugar de ir al baño, el inodoro pudiera ir a él. Pensaron que era una idea genial.

Obtener comida era un gran problema ya que la pareja normalmente no tenía dinero. La anciana dijo que algunas mañanas intentaba atrapar peces en el río, pero eso no era mucho. Su principal fuente de comida era el templo budista, donde el sacerdote compartía con la anciana algo de lo que los devotos de la aldea traían como ofrendas, principalmente arroz. Aparte de eso, la pareja a menudo pasaba hambre.

El problema de piel del anciano había sido examinado por los trabajadores de la salud y los médicos, que prescribieron todo tipo de antibióticos, ungüentos y lociones, en su mayoría en vano. Se nos ocurrió que la erupción y llagas crónicas podrían deberse a una deficiencia nutricional, entre otras posibilidades, de falta de vitamina D. El hombre casi nunca consumía productos lácteos y estaba siempre dentro de casa, así que casi nunca le tocaba el sol. La luz del sol, por supuesto, ayuda al cuerpo a producir su propia vitamina D. ¿No sería lindo si ese problema de la piel del hombre pudiera ser curado por algo tan gratuito y omnipresente como la luz solar?

Mientras hablábamos de todo esto, el joven “amigo” del señor, un niño tímido e inquieto de 12 años, escuchaba atentamente. Cuando comprendió la idea, se ofreció para acompañar a su anciano amigo afuera, a la luz del sol, ayudarlo a quitarse la camisa y sentarse a su lado bajo el sol cada vez que lo visitara. El chico entendió que al principio debería hacer esto solo por unos pocos minutos, luego un poco más y más mientras su piel se adaptaba a la luz del sol.

Tanto el hombre como el niño están dispuestos a intentarlo. Si funciona, bien. Y si no, al menos la compañía que se dan cuando toman el sol juntos alimentará las almas de los dos.

El ‘Factor Sonrisa’

Otras casas que visitamos como parte de la iniciativa Buddy Home Care reafirmaron mi impresión del enorme potencial y valor humano de este enfoque innovador. Una y otra vez, era la presencia y la preocupación del “amigo” infantil la que parecía ser la mejor medicina para la persona mayor enferma, a menudo bastante solitaria. Los niños disfrutaban de su papel como “amigos” de cuidado en el hogar y se sentían bien al ofrecer su ayuda y amistad a alguien que la necesitaba y la apreciaba.

Una visita tras otra, las personas mayores con enfermedades crónicas a las que recurrimos, al principio parecían tristes y retraídas. Muchos ceños fruncidos y miradas en blanco. Pero después de un cálido abrazo de su joven “amigo” estallaban en una sonrisa feliz y agradecida.

Algunos evaluadores de programas comunitarios dicen que la mejor medida del éxito es el factor de la sonrisa. Estoy de acuerdo.

Some evaluators of community programs say the best measure of success is the SMILE FACTOR. I agree.