Muchos Sangams para personas con discapacidad estaban ansiosos por comenzar su propia “Casa del Barrio”. Imaginaban esto como un lugar donde las personas con discapacidad podían reunirse e intercambiar ideas, organizar actividades, dominar nuevas habilidades, ayudarse mutuamente con la terapia y aprender de los profesionales de rehabilitación visitantes. Lo más importante, vieron a la Casa del Barrio como un lugar donde las personas con discapacidad pueden desempeñar un papel visible y proactivo en la comunidad.

Algunos de los sangams han solicitado ayuda financiera a Compromisos para establecer una casa de vecindario. Dos grupos estaban tan ansiosos que alquilaron un edificio o adquirieron terrenos donados, incluso antes de que los Compromisos respondieran a su solicitud.

Déjà vu—PROJIMO Llega a la India

Nuestra primera visita fue a Aruna Vikalangula Sangam en el pueblo de Gundmal. El presidente de Sangam es un escolar de 16 años que tiene una pierna marchitada por la polio. La mayoría de los miembros del sangam son, de hecho, niños en edad escolar. El resto son adultos de todas las edades, con diversas discapacidades, principalmente físicas.

El joven grupo Gundmal nos contó con entusiasmo acerca de su nueva “Casa de Rehabilitación del Barrio”, un edificio antiguo que el pueblo panchyat (consejo comunitario) les prestó y que están adaptando creativamente. Obviamente estaban orgullosos de ello y estaban ansiosos por llevarnos allí. Nuestro coordinador de visitas dijo que estábamos presionados por el tiempo, pero rogué ver la Cámara, y él estuvo de acuerdo.

Cuando nos acercamos a la Casa del Barrio, tuve una repentina sensación de déjà vu. Frente al antiguo edificio, y dentro, los jóvenes habían construido una variedad de juegos rústicos y equipos de rehabilitación. Estos incluían barras paralelas hechas de postes de bambú y palos bifurcados, una rampa simple de tierra prensada para facilitar el acceso, un columpio hecho con una llanta de automóvil vieja, un barril grande acolchado con goma espuma para fisioterapia y un dispositivo para hacer ejercicios con los brazos hecho con una rueda de silla de ruedas montada en una pared. Todos parecían desconcertantemente familiares.

“¿De dónde sacaste las ideas para hacer todo este equipo local de bajo costo?” Pregunté.

“De un libro que alguien nos dio llamado Village Disabled Children”, respondió uno de los jóvenes discapacitados. Cuando el jefe de Compromisos le dijo que yo era el autor del libro (en realidad titulado Disabled Village Children), su mandíbula se abrió con sorpresa. Desde ese momento, todo el grupo me recibió como un viejo amigo.