Recientemente se ha agregado un nuevo tema a nuestro sitio: “Instituciones Humanizadoras”. Guau. Eso suena aburrido. Originalmente íbamos a llamarlo “La política de todo lo que nunca te atreviste a pensar”, pero decidimos que teníamos que atenuarlo un poco. Aun así, bajo este título de sonido inocente, planeamos lidiar con algunas ideas emocionantes y volátiles que, si se implementan, podrían cambiar el mundo en el que funcionamos día a día.

Esta nueva sección complementará los énfasis existentes del sitio web en la salud física y la salud de las sociedades con una cuidadosa consideración de los temas relacionados con la salud interpersonal. También incluiremos más explícitamente dentro del alcance de las “políticas” nuestra vida cotidiana en familias, escuelas, lugares de trabajo y otros grupos sociales.

Quizás el conjunto de valores compartidos que deberían guiar nuestros esfuerzos comunes a nivel local, nacional e internacional se capte mejor con el término “democracia”. En sentido estricto, democracia significa gobierno de la gente. Alex Tocqueville, un astuto observador de la vida estadounidense, en general simpatizaba con el incipiente experimento de democracia que observó. Aun así, advirtió de un peligro. El gobierno de la mayoría puede convertirse en una forma de tiranía. Es por esta razón que el principio de gobierno de la mayoría debe equilibrarse al darse cuenta de que los derechos de las personas y las minorías deben protegerse. Fue este entendimiento el que indudablemente llevó a los redactores de la constitución de los Estados Unidos a enmendar la constitución con la declaración de derechos.

Estas consideraciones sugieren que una comprensión más amplia de la democracia debe incluir el reconocimiento de la importancia de varios subvalores:

  1. Participación en la toma de decisiones dentro de los espacios sociales que uno ocupa.

  2. La autodeterminación en la búsqueda de la felicidad.

  3. La dignidad y el valor del individuo.

  4. Libertades civiles.

El tema unificador en esta sección es el siguiente: si el mundo quiere sobrevivir como un lugar apto para la habitación humana, las instituciones ordinarias dentro de las cuales vivimos y hacemos negocios deben convertirse en democracias. La democracia es una idea poderosa y transformadora que debe llevarse a nuestras familias, nuestros lugares de trabajo, nuestras escuelas, nuestras instituciones religiosas y nuestras agencias de salud. La democracia, como la definimos a continuación, exige que la vida social se guíe por dos principios: 1) la plena participación de todos en la formación de los objetivos y políticas que dan forma a la vida que compartimos, y 2) una apreciación de las minorías y las personas con vulnerabilidades especiales y protección de sus derechos.

Instituciones humanizadoras

Parece haber un consenso emergente a través del espectro político y a través de las fronteras nacionales, de que los valores democráticos deben proporcionar las pautas acordadas para nuestros esfuerzos comunes. Vemos estos valores reflejados, por ejemplo, en la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Desafortunadamente, estos valores se dejan de lado regularmente cuando parecen ser impedimentos para preocupaciones más urgentes.

Las políticas y procedimientos que incorporan los objetivos y dictan las estructuras organizativas de las principales instituciones de una sociedad idealmente deberían reflejar los valores fundamentales de esa sociedad. Cuando las instituciones de una sociedad conducen sus negocios de una manera flagrantemente contraria a sus valores, surgen serios problemas éticos y funcionales. La falta de armonía entre valores y prácticas en una sociedad plantea serias amenazas al bienestar personal e interpersonal de sus miembros.

Indudablemente, hay muchas personas que sienten que los valores democráticos deben dominar la esfera política de la vida, pero que no son relevantes para las organizaciones empresariales, educativas, religiosas, gubernamentales, policiales y de servicios sociales que llevan a cabo en los negocios del día a día. Se argumenta que los ideales democráticos son buenos en teoría, pero que no son eficientes en la práctica. A lo largo de esta sección, veremos ejemplos que desafían esta suposición pesimista. Argumentaremos que al depender de las instituciones democráticas podremos educar mejor a nuestros hijos, proporcionar un mayor nivel de atención médica, tratar con aquellos que se desvían de las normas de la sociedad de una manera más racional, humana y efectiva y crear y distribuir los bienes y servicios en la sociedad de manera más efectiva. Los valores democráticos deben y pueden hacerse para informar las interacciones entre las personas en todas las esferas de la vida. De hecho, si no lo hacen, la preponderancia de las prácticas no democráticas probablemente se extenderá y amenazará también la supervivencia de la democracia en la esfera política.

Uno puede pensar en la democracia como un medio entre dos extremos: totalitarismo y anarquía. En una estructura social totalitaria, hay poca o ninguna participación en la toma de decisiones. En una estructura anarquista, todos toman decisiones, pero los procesos tienen una carencia de negociaciones y de toma de decisiones ordenada, por lo que la estructura cae en el caos. En una estructura social democrática, uno encuentra patrones ordenados y participativos de toma de decisiones y planificación que reflejan y encarnan los subvalores de la democracia previamente designados.

En la búsqueda del control, muchas personas que son fuertes defensores de la democracia política exhiben tendencias totalitarias en las instituciones y burocracias que lideran. En el nivel de la vida institucional, quizás el análisis más destacado de la estructura totalitaria se encuentre en el concepto de Erving Goffman de la institución total (ver su libro, Internados: Ensayos sobre la situación social de los pacientes mentales y otros reclusos, 1961) La alternativa democrática podría describirse mejor como un patrón participativo de administración. En un sistema participativo, todas las personas que viven en un espacio social particular participan en la creación de normas y objetivos que estructuran la situación. En la sección “Instituciones humanizadoras” se explorarán estos temas, ya que pertenecen tanto a las instituciones de la sociedad que tienen mandatos para atender a grupos vulnerables o desviados, como a las instituciones regulares de educación, gobierno y negocios.